TRAUMA Y SENTIDO, CONTRA LA PÉRDIDA DE LA DIGNIDAD HUMANA.
Alfried Längle
RESUMEN
HERIDAS, CONMOCIONES, ABISMOS QUE NOS DEJAN CONSTERNADOS. SON TAMBIÉN ASPECTOS DE LA REALIDAD HUMANA. ESTA REALIDAD PUEDE GOLPEARNOS DE MODO IMPREVISTO. UN ACCIDENTE. UNA DESGRACIA. UNA CATÁSTROFE NATURAL. UN SUICIDIO, ETC. HABITUALMENTE NO PENSAMOS EN ESAS POSIBILIDADES, POR LO QUE CUANDO NOS OCURREN. NO ESTAMOS PREPARADOS PARA ENCARARLAS. ENTONCES A MENUDO SE HACE PRESENTE CON VEHEMENCIA LA PREGUNTA POR EL SENTIDO. UN EJEMPLO ESPECIALMENTE IMPRESIONANTE AL RESPECTO LO HA DESCRITO VIKTOR FRANKL. QUE TUVO QUE VIVIR TALES SITUACIONES LIMITES EN UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN. QUÉ ES LO QUE COMO SERES HUMANOS NOS CONMOCIONA TANTO, CÓMO PODEMOS PREVENIR EL HORROR EN ALGUNA MEDIDA, CÓMO LO COMPRENDEMOS Y QUÉ PODEMOS APRENDER DE ESO PARA NUESTRA VIDA COTIDIANA: SOBRE ESO TRATARÁ ESTA CONFERENCIA.
PALABRAS CLAVE: DIGNIDAD, ANÁLISIS EXISTENCIAL, FRANKL. SENTIDO, TRAUMA.
ABSTRACT
INJURIES, SHOCKS AND ABUSES THAT LEAVE US DISCONCERTED – THEY ARE ALSO PART OF HUMAN REALITY. THIS REALITY MAY CATCH UP WITH US UNEXPECTEDLY. AN ACCIDENT, A DISASTER, A NATURAL CATASTROPHE (AT THE SEA OR IN THE SNOW!), A SUICIDE ATTACK ETC. NORMALLY WE DO NOT THINK OF THESE POSSIBILITIES - AND ARE ACCORDINGLY UINPREPARED IF THEY TO HAPPEN TO US. BUT THEN THE QUESTION OF MEANING ARISES VEHEMENTLY. AND IF IT IS OTHER PEOPLE WHO DO THE INCOMPREHENSIBLE TO US, THEN OUR OWN DIGNITY IS UNDERMINED. A PARTICULARLY IMPRESSIVE EXAMPLE FOR THIS HAS BEEN PROVIDED BY VIKTOR FRANKL WHO UNDERWENT SUCH CRITICAL SITUATIONS IN CONCENTRATION CAMPS. WHAT EXACTLY SHOCKS US HUMAN BEINGS SO PROFOUNDLY, HOW WE CAN PREVENT SOME OF THE TERROR, HOW WE CAN UNDERSTAND IT AND WHAT TO LEARN FROM IT FOR OUR DAILY LIVES - ALL OF THIS WILL BE THEME IN THIS LECTURE.
KEYWORDS: DIGNITY. EXISTENTIAL ANALYSIS. FRANKL, MEANING. TRAUMA.
Trauma y sentido: Contra la pérdida de la dignidad humana
Alfried Lángle
El tema "trauma" (y "traumatización") no ha sido realmente percibido por la psicología, la psiquiatría y la psicoterapia en mucho tiempo y tampoco ha sido adecuadamente valorado y tomado en serio en su significación y efecto en el alma humana. El tema era dejado de lado frente a los "grandes trastornos psíquicos" (psicosis, neurosis, adicción), como hasta hace poco la vergüenza y la timidez, y aún hasta ahora, la soledad. En los últimos años, sin embargo, el tema del "trauma" ha sido estudiado en buena medida, especialmente en conexión con investigaciones sobre estrés y abuso.
Cuando hablamos de trauma nos referimos a una grave herida anímica. Aquí se desarrollará su comprensión y se verán los efectos de la traumatización en la configuración de la vida. Queremos dar luz al tema desde una mirada existencial y verlo en conexión con la realidad humana. Con ello se presenta como un gran tema de esta vivencia la cuestión por el sentido y la conservación de la dignidad, problematizaciones que abordaremos.
1. La realidad humana
El trauma, la herida del alma, es una forma de sufrimiento. El sufrir se enfrenta a la vida, inhibe, carga, delimita la vida. No deseamos el
1 Conferencia dictada en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, el 23 de septiembre de 2009.
2 MD, PhD en Medicina y Psicología, Presidente y Fundador de la Sociedad Internacional de Logoterapia y Análisis Existencial (Viena), y Vicepresidente de la International Federation of Psychotherapy (Zürich). 13 14 CASTALIA AÑO I I. N" 16, 2009 Pag.: 13-25 ALFRIED LÁNGLE
sufrimiento, intentamos eludirlo y evitarlo con razón. Es que primariamente el sufrimiento es el sentimiento por las cosas que nos producen daño. A pesar de que intentamos evitar el sufrimiento y de ese modo pensamos a disgusto en ello, el hecho es que forma parte de la realidad humana y no es del todo evitable. Mientras menos consideremos esa parte, más duro nos golpeará cuando nos llegue el sufrimiento, cuando nos ocurran heridas psíquicas. Las heridas psíquicas ponen todo en cuestión:
- La relación en la que experimentamos la herida: el comentario venenoso, el no-ser-tomado-enserio, que se rían en tu cara, ser engañado;
- Las condiciones laborales, cuando somos postergados injustamente, cuando hay un abuso de poder, matonaje, despido injusto;
- La familia, donde siempre el hermano o la hermana es preferido, cuando no se siente amado, se es desheredado, o cuando hay abuso sexual;
- Peleas, violación, secuestro, ser tomado como rehén, haber sido sometido brutalmente, batallas campales, la guerra por último.
Las heridas psicológicas nos pueden haber sido causadas por otros seres humanos, pero también por acontecimientos fatales. Ambas fuentes pueden "ttaurnatizav"; también un tsunami, un terremoto, un accidente aéreo, un accidente, cada escapada por pelos de la muerte, la notificación de una noticia catastrófica como el diagnóstico de un cáncer. Los acontecimientos fatales traumatizan a través del horror que desencadenan, porque los supuestos fundamentales de la vida se sacuden. El traumatizado3 se dice: "¡Así no rae he imaginado la vida! ¡No sé si puedo vivir bajo estas circunstancias!".
Así, el tema del trauma nos trae en el acto muy estrechamente a la estructura de la existencia, nos vuelve conscientes de la comprensión clásica de la existencia tal como es claramente puesta de relieve en la filosofía existencial: la existencia, el dasein humano, es estar expuesto en un mundo con "sus leyes" y poderes. Esta "desnudez" puede ser vivenciada como un "ser arrojado" (Heidegger), un haber sido puesto sin ser preguntado en un mundo en el que también tenemos que experimentar sufrimiento. Frankl habla de la tragedia ineludible que se ha de encontrar en cada vida: sufrimiento, culpa y muerte. Toda existencia está delimitada en fuerza, medios, tiempo, posibilidades. En ello se basa la vulnerabilidad del ser humano. Y desde esta confrontación con lo incomprensible irrumpe ardiente la pregunta por el sentido, viéndonos frente a lo absurdo.
En una existencia experimentada de tal forma nos preguntamos: ¿cómo podemos mantenernos en ella? Nosotros como "humanos", ¿cómo podemos mantenernos humanos cuando somos tan invalidados por el destino, por eso que nos sucede? ¿Cuándo duele, sangra, hiere tanto y somos remecidos hasta los huesos? ¿Cómo podemos ahí seguir siendo nosotros mismos?
¿Cómo podemos mantener el sentimiento para nosotros, mantener íntegra la relación con nosotros!
¿Cómo podemos ahí continuar una línea de vida, vivir con esperanza, estar abiertos a un futuro?
Con estas preguntas está abierto el marco de esta conferencia, la que nos conducirá a un terreno que cada uno de Uds. conoce, porque pertenece a los seres humanos.
2. Herida ¿Qué es propiamente una herida? ¿Qué puede causar heridas? y ¿qué se hiere en una herida?
Es seguro que todos conocemos bien la herida corporal: cuando nos hemos cortado con el cuchillo, se nos produjo una excoriación, sufrimos una contusión o magulladura. Entonces se genera una herida, que puede ser abierta o cerrada.
Si observamos más detenidamente el fenómeno de la herida, vemos entonces que lo común es que "algo" (un cuchillo, una piedra, un puño...) rompe con violencia, ímpetu, fuerza los límites de lo propio (la piel, los tejidos más internos...). Lo propio no es suficientemente firme para neutralizar la fuerza, para interceptarla, sino sucumbe a ella. Genera destrucción. Una fuerza así, que pasa por encima de los límites, es ''violencia".
De ahí se obtiene una definición de herida. Herida es una "destrucción violenta de la integridad'''.
Como consecuencia de la herida aparece una disminución de la capacidad funcional, como en una fractura de pierna y/o lo propio se pierde; por la destrucción de la integridad no se puede mantener en sus límites (sangre, linfa se derraman). Una consecuencia adicional es la vivencia de dolor, el que como una señal de información avisa el acontecimiento a la central de mando o de control.
Lo característico del dolor es ser una "señal de prioridad'": se pone siempre en el primer plano de la consciencia y de la vivencia (en tanto no se ponga a distancia secundariamente) y todo lo demás se lo hace a un lado. El dolor es intenso, insistente e invasivo; absorbe la atención. El dolor es además siempre agudo (¡dolor de muelas!) y molestamente desagradable. El dolor puede tener cualidades distintivas: puede ser claro como en un pinchazo o en un corte, puede ser oscuro como en un trauma opaco o un choque, puede ser sordo como en un golpe en la zona estomacal. La sensación de dolor provoca un sentimiento de víctima: estar a merced, sufriendo pasivamente y en una actitud de rechazo.
Con el dolor se vincula un mensaje insistente. Es un impulso de máxima intensidad para emprender algo que elimine la causa de la herida y repare el daño, para así restablecer la integridad. Debe restablecerse la integridad original, cerrarse la herida y volver a estar "sano".
El dolor nos exige algo: Para que su mensaje sea acogido hay que enfrentarlo, asumirlo, posicionarse para reconocer las circunstancias que le preceden y comprender cómo se llegó a tener que sufrir esa herida. Asumir la situación es al mismo tiempo el piso para la prevención, como profilaxis de nuevas heridas.
En el plano psíquico y espiritual la herida y el dolor tienen una característica análoga. Su efecto no se produce en el plano mecánico-corporal, sino, por así decirlo, en el plano "químico de materiales finos". No pertenece, dicho metafóricamente, a la especialidad de la cirugía, sino de la medicina interna. Las heridas anímico-espirituales son como las producidas por bacterias, virus, venenos: son invisibles, pueden actuar repentina y enérgicamente (como envenenamiento de alimentos) o entrar lenta y furtivamente como una infección gripal o expandirse crónicamente destructiva como la tuberculosis o la sífilis. También en esos casos se trata de una destrucción de la integridad, puesto que es de algo que pertenece a uno, y con ello una perturbación de una genuina funcionalidad.
Quisiera aclarar esto a través de un ejemplo, a decir, el de una mujer que sufrió heridas anímicas en varios niveles. Se hace muy difícil para una persona cuando es rechazada por los parientes más cercanos, si es dejada en la estacada en extrema necesidad o si abiertamente ha sido maltratada, y, más aún, si el honor en el plano sexual ha sido arrebatado y tratada como "mujerzuela". Así fue con esta mujer de 50 años.
Elsa" sufre desde hace 20 años de ánimos depresivos fluctuantes que en los últimos años se han agravado, y últimamente han llegado hasta tal punto que, en determinados días importantes, como Navidad, no puede hacer absolutamente nada y todos los trabajos de preparación tienen que ser dejados a la familia. Sufre de constantes sentimientos de desvalorización, y le corroe la duda de si los otros -especialmente su familiarealmente la quieren. Si los hijos, p.ej., no le dicen adonde irán en la noche o qué hicieron en la tarde, les pregunta y sigue preguntando sin soltar. Con ello naturalmente la familia se termina enervando. Los hijos se sienten coartados y reaccionan con rechazo, lo que refuerza su duda. Pero ella tiene que seguir preguntando. Es que le atormenta el miedo secreto: "¿Soy demasiado poco valiosa para ellos ya que no me lo dicen?". Sin embargo, ella misma no era realmente consciente de qué es lo que la impulsa así. Sólo siente un nudo en la garganta y no puede respirar profundo en tales situaciones. Incluso ahora, cuando al hablar al respecto lo recuerda, aparece el nudo en la garganta. Intenta denominar más precisamente el sentimiento. Después de un rato lo puede describir: "¡Tal vez yo podría no haber sido lo suficientemente querida!". Al decir esa frase el sentimiento de nudo en la garganta se vuelve un sentimiento de estrangulamiento.
A través de la elaboración de esta vivencia con el Análisis Existencial Personal se vuelve nítido un sentimiento más profundo: el sentimiento de faYia de vaior. E\sa apenas puede soportar este sentimiento bajo la luz clara de la consciencia. Le es a ella "como si el alma se hiciera añicos", y se siente como en una camisa de fuerza. Le gustaría llorar, pero se ha desacostumbrado porque su marido se enerva. En realidad quisiera gritar, opina ahora, gritar por ayuda. Pero no lo hace. Le falta el coraje y también la legitimación. Es que está profundamente convencida: "Si lo que hago es sólo para mí, ¡entonces no es importante!". "Y como esto no es importante para los demás, tampoco lo es para mí", concluye en tono opacado.
En este punto ella comienza a hablar sobre sus heridas. Siempre le han tratado de quitar lo que le pertenece para dárselo a otros. P.ej. su cartera, recuerda con dolor, le fue quitada y pasada a su prima, para que se vea mejor en una foto y ella, en tanto, posar sin ella. Siempre sintió que ella no fue deseada y que todos los demás eran de más valor que ella, su hermano, su prima: "Todo lo que provenía de mí, era malo. Siempre fui también la más mala frente a mis hermanos"
Aquí tenemos ante nosotros la imagen de una persona herida que por devaluaciones, postergaciones e injusticias se fue enajenando. Y entonces se fue hostigando también su honradez. "No hice nada en forma secreta. Peleé abiertamente pero así fui también golpeada. Me lo guardé, aunque todo el entorno hablara mal de mí. Incluso por mi marido tuve que luchar, todo lo tuve que trabajar dificultosamente, tener que imponerme contra todo. ¡Veo que nunca me fue permitido ser como yo quería, aun desde pequeña!"
Su felicidad era el padre. Era el único que estaba orgulloso de ella, que la quería realmente como era. Eso equiparó mucho y tuvo un efecto estabilizador en su desarrollo. Pero de los otros significativos en su entorno era criticada, rechazada, incluso por acciones que no eran para sí misma sino, p.ej., que eran de bien para otros, como cuando visitó a su madre en el hospital.
Estaba llena de dudas de sí misma. Continuamente le daban a entender: "Tú eres distinta a los demás. A ti no te pertenece nada, no tienes ningún derecho. Desde el principio tú eres la mala, la terrible". "Yo siempre tenía que demostrar todo" -opina- "y yo siempre era aquella que no pertenecía allí. Ni siquiera a los primos les era permitido jugar conmigo, porque yo era la mala. Yo en propiedad no tenía familia ni parentela"
Nuevamente siente el nudo en el cuello, que ahora se irradia hasta los hombros, que comienzan a doler. "Antes me volví rabiosa, andaba golpeando con el látigo a mi alrededor, porque no lo soportaba. Hoy sólo estoy triste. Desde que pasó la exclusión con mi cuñado. Desde entonces ya no puedo hablar. Estoy como paralizada, estoy 'k.o.'.
Hablaba en el pueblo: ' ¡Esta puta duerme con mi hermano en mi vivienda!'. Y mi madre también creyó eso. No me pude defender. La madre me echó de casa. ¡Me trató de puta! Nadie abogó por mí. Ni mi futuro marido siquiera. Él tenía entonces otras mujeres; me engañaba. Quedé infinitamente sola, abandonada, sólo sufría. Así era mi mundo. Pero lo que me quedó es: soy mala. Soy barata. No soy para ser querida".
Estas heridas acuñaron su vida, su vivencia y su comportamiento, por treinta años. Y ahora finalmente ella puede llorar por ello. Puede decir cuan decepcionada está de no haber tenido la madre en que ella creía. Puede llorar ahora por no haber tenido una "buena madre". Ahora comprende por qué siempre se postergó y, a pesar de ello, no pudo estar sola, por qué su vida era tan desgarrada y tensa: porque siempre ahí había algo que dolía, que a pesar de los 25 años no podía alcanzar paz. Es que no era acogida por nadie y sola con eso estaba sobrepasada.
Este aclararse cuáles y cuántas heridas tenía, este reconocer, evaluar y juzgar las infamias sufridas, este duelo en definitiva la hizo fuerte y paso a paso fue superando la depresión y la fobia social.